lunes, 25 de enero de 2010

EL CÍRCULO DE LA PREGUNTA 3

José Arellano Pérez
Dice mi padre que un solo traidor puede con mil valientes él siente que el pueblo en su inmenso dolor hoy se niega a beber en la fuente clara del honor. Alfredo Zitarrosa ESTRATEGIAS DE LA SOCIEDAD CIVIL: LA CONFIANZA
¿Cómo se genera la confianza? ¿Cuánto peso tiene la confianza en la toma de decisiones? ¿Cuánta confianza hace falta para organizarse? ¿Qué tan indispensable es para construir la fuerza ciudadana? La confianza es un bien intangible pero necesario para establecer relaciones de todo tipo. Se requiere porque no es de otra manera como puede generarse un trabajo colectivo en el cual se sabe que será cumplida la palabra. Se requiere porque es un contrapeso, ante la traición y la mentira que forman parte de los mecanismos del poder y, lamentablemente, de una cultura política que se niega a morir y que sigue formando parte de las prácticas de los dirigentes sociales. La confianza es necesaria, porque forma parte fundamental en la construcción del tejido social, porque fortalece la convivencia e integra voluntades en función de objetivos comunes, porque es la amalgama que requiere lo individual para convertirse en colectivo, porque es el origen y el destino del crecimiento de las organizaciones. Es por ese motivo, que el poder, que todo lo corrompe, tiene como objetivo principal el ataque a la confianza: minarla, desaparecerla, agotarla es su consigna porque de esa manera evita la comunión de intereses, retrasa la unidad de enfoques, aminora la capacidad de ejecutar las acciones. Actualmente, la crisis de confianza ha llegado a niveles que pueden significar fuertes problemas para el futuro de nuestro país, ya que un país sin confianza es un país sin esperanza y no hay mejor caldo de cultivo para las pretensiones del poder absoluto que la desconfianza absoluta y la desesperanza como destino. Ya que el principal desgaste de la confianza de la gente hacia los procesos organizativos proviene de esos líderes que por una causa u otra acaban “vendiéndose” al mejor postor o cambiando radicalmente su trato hacia las personas que lo eligieron en determinado cargo, las organizaciones que verdaderamente estén interesadas en la construcción de alternativas al neoliberalismo y al fascismo criollo, deben partir de un enfoque que le dé énfasis a la generación de confianza y, sobre todo, a la generación de propuestas que hagan muy difícil la cooptación de dirigentes y la utilización de la gente para los fines de poder de los otros. Si por lo pronto no podemos cambiar los mecanismos que utiliza el poder para comprar voluntades y para interferir procesos organizativos a través del espionaje, entonces integrémonos de manera que resulte por lo menos complicado perjudicar un proceso a través de estos mecanismos. Por ejemplo, evitemos que la decisión o la participación de una persona sea definitiva para los procesos organizativos, es decir, logremos que el colectivo no dependa de la voluntad de una persona, sino de la fuerza que pueda generar en su interior a través de la participación activa de cada uno de sus miembros. Transformemos la relación dirigente- dirigido en una relación en la cual el representante asuma la responsabilidad que le corresponde en la formación política de cada uno de los integrantes de las organización, de tal manera que el que mande, mande obedeciendo y considere las voces de todos y todas en la construcción de las propuestas y en la ejecución de las tareas. Quizá cuando hablamos de organizaciones, muchos de los lectores se sientan excluidos, pues se consideren ajenos a cualquier organización. No obstante quisiera concluir esta breve reflexión haciendo una invitación cordial a iniciar este año con algún propósito que tenga que ver con el asunto organizativo. Si somos realmente concientes de la realidad en la que estamos viviendo, seremos también concientes de la necesidad de organizarnos. Busquemos desde ahora nuestros compañeros y compañeras de camino. Seguramente habrá muchas personas que tengan los mismos problemas y los mismos sueños que nosotros. Seguramente habremos de comprender que la salida racional es la organización en torno a nuestras visiones comunes; habremos de comprender que el mundo que queremos no va a ser producto de la voluntad de iluminados, ni de los represores de siempre, sino que va a depender de lo que hagamos aquí y ahora. Confiemos, pero no nos confiemos, aprendamos de nuestros errores y caminemos, porque después de todo nos queda la dignidad y la fortaleza de nuestras convicciones para enfrentar al enemigo que se esconde detrás del “Estado de derecho” y de los podridos medios de comunicación electrónicos.

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